El color local es un invento extranjero
2024


Exposición individual.
Sala Municipal «Las Francesas» – Festival PHotoESPAÑA 2024.
[Mayo – Julio, 2024, Valladolid, España]
Colaboración con el Museo del Romanticismo, Madrid, España.

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La materia de la pintura, originariamente, estaba hecha de minúsculas partículas de diversos lugares—tierras, minerales—y seres vivos—animales, insectos o plantas. Estos componentes, hábilmente combinados por los artistas, conformaron paisajes reales o imaginarios, cercanos o distantes.

Los acentos geográficos son manifestaciones portátiles de los paisajes que han marcado nuestras vidas, influyendo en la construcción de nuestras identidades tanto individuales como colectivas.

Durante una larga estancia en Utrecht en 2018, noté cómo ese nuevo paisaje afectaba mi estado emocional. Mi profesor de pintura destacó una vez la improbabilidad de que artistas como Giorgio Morandi y Piet Mondrian compartieran paletas de colores, ya que vivían en entornos con climas y culturas tan diferentes. Cada vez que regresaba a Madrid, me sorprendía al presenciar atardeceres con colores tan similares a los que pintó Goya, creando un salto temporal de más de doscientos años.

La exposición, realizada en una iglesia desacralizada del siglo XVII, parte de la frase de Borges, "El color local es un invento extranjero," despertando la posibilidad de determinar el color local de un lugar. Antes de la llegada de la fotografía, la pintura era el medio principal utilizado para registrar el color de las cosas. La pintura de paisaje se consolidó como género independiente en los Países Bajos en el siglo XVII, constituyendo un depósito de innumerables experiencias humanas en una geografía y condiciones climáticas determinadas. Estas representaciones son tanto una visión objetiva de la permanencia de ciertos colores en un paisaje a lo largo de los siglos como un reflejo subjetivo de la forma única en que cada artista ve y siente un lugar.

Así, comencé a coleccionar imágenes de pinturas de paisaje de las páginas web de las principales pinacotecas de todo el mundo. Me centré en las representaciones del cielo: el elemento de un lugar que, a diferencia de las características geográficas o la arquitectura, está en constante cambio y a la vez se repite cíclicamente. Al configurar estas imágenes como si fueran muestras de una pantonera, las organizo bajo configuraciones políticas de países y ciudades actuales, destacando la intersección entre lo político y lo estético en la construcción de identidades colectivas (serie El color local es un invento extranjero, 2020 – en curso).

La tradición de la pintura paisajística, fundamentalmente europea, se desarrolló en paralelo con el surgimiento de los estados nación. Entre los siglos XVII y XX, la representación del paisaje en el arte europeo y norteamericano contribuyó a la formación de las identidades nacionales, moldeando la percepción de los territorios por parte de sus habitantes y también de los observadores externos.

Para esta exposición, seleccioné una serie de pinturas de la colección del Museo del Romanticismo de Madrid. Ampliadas como gigantografías, nos transportan a lugares y tiempos lejanos. Desde desiertos egipcios hasta campos de batalla europeos, busco mirar estas imágenes, reveladoras de la perspectiva romántica y nacionalista que caracterizó gran parte del arte del siglo XIX, desde un prisma actual. Modificadas en su color, estas obras nos incitan a reflexionar sobre nuestra conexión personal con el paisaje, la historia y nuestra relación con lo diferente o desconocido.
Créditos:
Vistas gerales y detalles de la exposición El color local es un invento extranjero, Sala Municipal «Las Francesas» – Festival PHotoESPAÑA 2024 (Valladolid, España, 2024). Imágenes: Víctor Hugo Martín Caballero y Roberto Ruiz.





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