Unfair Show
Francesco Giaveri
Investigador y curador independiente Texto de exposición contenido en la publicación de la exposición individual Unfair Show, : BARIL (Cluj-Napoca, 2017).

Unfair Show explora la distancia física y conceptual entre lo que vemos y su contexto. Visitar una exposición implica experimentar una ficción. El discurso expositivo se organiza a través de una disposición de obras en un espacio y se articula por medio de una relación, establecida o accidental, entre estas obras y el espectador. La justa distancia entre las imágenes y la lectura contextual de unas obras es lo que separa lo que vemos de lo que creemos ver. El marco dentro el cual actuamos modifica inevitablemente lo que percibimos a la vez que distorsiona también nuestros enunciados. Proponer una exposición implica aceptar que hablamos desde una posición contradictoria. Por necesidad, jugamos un partido al mismo tiempo que criticamos sus reglas. No se trata tanto de añadir una imagen más sino proponer una imagen justa que contenga una lectura critica de lo que nos rodea y que no haga caso omiso de una necesaria autocrítica. Para lograrlo, Garrido se implica con la pintura y reclama la presencia del espectador para estructurar su discurso sobre el funcionamiento del sistema del arte. Una lectura ‘injusta’ por parte del espectador sería el mejor resultado posible.
A modo de introducción, la artista reproduce en el mural en la entrada, una carta de recomendación que un antiguo empleador suyo le hizo hace no demasiados años. El texto utiliza un lenguaje formal y da fe de las capacidades organizativas y de la actitud positiva de Garrido dentro del mercado laboral. A continuación, vemos una serie de obras que se centran en el sistema del arte contemporáneo. Este sistema se pretende separado del sistema económico general aunque en absoluto lo sea; ciertamente es un terreno útil para cuestionar las relaciones de poder que nos gobiernan. La carta describe un ser humano a través de su capacidad de trabajo y su funcionalidad para cumplir sus tareas laborales; atestigua que Cristina puede ser una asset provechoso para futuros empleos. Al presentarse esta nota de su archivo personal al comienzo de la exposición, será interesante la relación que el espectador pueda establecer entre Garrido como empleada de una tienda de diseño y la artista/autora de las obras de esta exposición. Cambia el lenguaje y la forma de organizar el discurso pero la distancia entre un contexto y la individualidad que origina estas presentaciones públicas contiene evidentes analogías.
Aerial photography does not create space but registers surfaces es una colección de imágenes sacadas de los perfiles de Instagram de comisarios internacionales. Se han agrupado por su equivalencia temática y dispuestos en una especie de friso que recorre la sala. Todas estas fotografías cuadradas contienen vistas tomadas desde el interior de un avión: nubes y alas, luces y cielos. Registros de viajes, inevitablemente son tanto poéticas como banales. Si las redes sociales nos han convertidos a todos en productores de imágenes, afortunadamente, no todos somos artistas. La autoría no siempre esconde un autor, sino simplemente un usuario de una aplicación móvil. Esta colección de imágenes colocadas tan arriba en el espacio evidencia una distancia a la vez que indica puntos de vistas distintos, los nuestros y los otros.
Dean MacCannell, en su ya clásico ensayo sobre el turismo, individuaba en el deseo de autenticidad el motor que mueve millones de personas a desplazarse para conocer contextos diferentes al que pertenecen. Sin embargo, lo que a menudo encuentran en sus derivas es justamente lo opuesto de lo que buscan: sucedáneos de autenticidad. En el sistema del arte a menudo ocurre algo parecido. Vemos miles de imágenes cada día a través de redes sociales, revistas o ferias donde el distribuidor es lo que determina lo posible y sus normas. El contexto tiende a borrarse y lo que vemos es una superficie infinita de una experiencia parcial, fragmentaria y limitada por el espacio y contaminada por otras imágenes cuya procedencia incierta lo confunde todo. Lo que propone Cristina Garrido en este proyecto es justamente una reflexión en una tierra de nadie entre lo autentico y su sucedáneo, entre lo que vemos y lo que creemos que estamos viendo (o reconociendo).
En La vida social de ´Untilled (Liegende Frauenakt)´, Garrido rastrea en Instagram las imágenes que documentan la obra homónima de Pierre Huyghe. En una secuencia de más de 800 imágenes el enjambre y la presentación de la obra se van modificando desde que se presentó en la Documenta13 hasta su instalación en el MoMA. La escultura clásica con la cabeza de enjambre introduce el concepto de mente colmena (‘hive mind’) en la que el trabajo en red y las interconexiones entres diversas personas plantean unas potencialidades, hasta poco años, inexploradas. La apropiación de imágenes producidas indiscriminadamente por espectadores por parte de Garrido sigue esta idea de trabajo colectivo, de autoría compartida entre artistas y su público. Indudablemente el avance técnico implica posibilidades extraordinarias aunque sus finalidades comerciales jamás están pensadas para favorecer a la población. Sin embargo, esta obra recoge imágenes preexistentes para conectarlas, planteando así sendas posibilidades de crear puentes, de construir una experiencia compartida a través de un proceso de montaje que reúne fragmentos para construir una narración. La ficción cada día más se establece como el único proceso que permite tocar lo real.
Así, en el video #JWIITMTESDSA? (Just what is it that makes today´s exhibitions so
different, so appealing?) vemos desplegarse un archivo de imágenes de vistas de exposiciones, ordenadas según 21 categorías formales: clasical antiquity, circles, grids, plants, etc. La artista ha reunido más de 3.000 imágenes de sitios como el Contemporary Art Daily, This is tomorrow, páginas web de galerías y redes sociales; ha individuado patrones que de manera empírica garantizan cual es el display perfecto de una exposición en estos años. El audio busca explicaciones a estas evidencias. Son observaciones y reflexiones de comisarios, artistas y coleccionistas que entrevistados por la artista, comentan lo que ven desplegarse en su video. La mayoría de los agentes comparten una experiencia del arte contemporáneo mediada por pantallas y dispositivos en cantidad muy superior a la visita directa a exposiciones. La distancia entre la visita a una galería o a un museo y su visión a través de una interfaz electrónica plantea una serie de preguntas sobre lo autentico y su representación. Sin ir más lejos, la figura del fotógrafo que documenta la exposición emerge aquí como una autoría que trasmite una percepción personal y nada neutral del trabajo de los artistas.
En este proyecto, Cristina Garrido auspicia una exposición injusta antes que normalizada. Según Douglas Crimp: “a través de la tecnología de reproducción, el arte posmodernista abandona el aura. La ficción de crear temas da lugar a una franca confiscación, citación, selección, acumulación y repetición de imágenes ya existentes. Se socavan las nociones de originalidad, autenticidad y presencia, esenciales para el discurso del orden del museo” (“Through reproductiv technolog postmodernist art dispenses with the aura. The fiction of the creating subject give way to the frank confiscation, quotation, excerptation, accumulation and repetitio o already existing images. Notions of originality, authenticity and presence, essentia to the ordered discourse of the museum, ar undermined”). La ficción que se presenta ahora en el espacio expositivo de Baril altera el orden del material originario, cuestiona su autenticidad y, finalmente, desplaza el sentido que las imágenes tenían dentro de un contexto institucionalizado para proponer otras posibilidades y otras distancias.
Un díptico presenta hojas de publicidad de revistas a la que se ha eliminado imágenes y colores y solamente se han dibujado los nombres de las instituciones y de los artistas. La publicidad comprada en importantes medios especializados modifica nuestra percepción de lo que aprendemos y el valor que le atribuimos. Estas obras dejan adrede un espacio en blanco, un vacío para la reflexión sobre las relaciones de poder y la construcción del valor. A veces es el sello otorgado por la historia del arte, el valor simbólico, vía unos textos críticos o unas influencias atestiguadas por unas evidentes practicas imitativas, otras es el valor económico de algunas obras, sin embargo podría ser aún más artificial, una especie de ‘je ne sais quoi’, algo azaroso. En la balda de la pared opuesta vemos bolas de papel mache y cantos de revistas internacionales de arte. Los cúmulos de cada revista corresponden por una lado a las páginas de publicidad y por otro a los de los textos críticos y/o entrevistas. Las proporciones resultantes por si solas organizan una metáfora eficaz sobre aspectos diversos y contradictorios del mundo del arte.
Completan la exposición tres bolsas (‘Tote Bag Paintings’) de instituciones artísticas mundialmente conocidas como son el Museo Reina Sofia, Frieze Masters y Hauser & Wirth. Son bolsas re-pintadas y convertidas en cuadros. El logo y los nombres de estas instituciones por si solas imponen una marca de valor y son sinónimos de poder dentro del sistema de arte. Al convertirlas en pintura se establece un pasaje entre una herramienta de marketing efímera y una pintura cuya superficie evidencia irónicamente el mausoleo en el que se han convertido estas instituciones y nuestra continua e irremediable participación en ellas.